Mi madre cumple 95 años
Una alfombra de rosas
para recibir el contacto de tus pies cansados.
Una diadema de azucenas
que orlen tus ancianos cabellos.
Un ramo de orquídeas entre tus manos
que hoy acarician tus 95 años.
Plenos, vividos con la altanería de tu raza
de mujeres fuertes, luchadoras, entusiastas.
Madre desde niña, madre en la nostalgia,
madre presente en las grandes alegrías
y en las oscuras noches del dolor.
Madre solícita, agradecida a la vida,
avanzando lentamente sin prisa pero sin pausa.
Madre inmensa, atentos tus ojos al crecimiento
de las flores, los nietos, los niños.
Tus ojos poblados de recuerdos,
que parecían dormidos,
se asombran de todas las vidas que has vivido,
te parece mentira que seas la memoria
de tantos que han partido.
Y aquí estás, madre querida, por amor a la vida.
Hasta que tú puedas.
Yo agradecida, inmensamente agradecida.
Olga de Lucia Vicente.
Una alfombra de rosas
para recibir el contacto de tus pies cansados.
Una diadema de azucenas
que orlen tus ancianos cabellos.
Un ramo de orquídeas entre tus manos
que hoy acarician tus 95 años.
Plenos, vividos con la altanería de tu raza
de mujeres fuertes, luchadoras, entusiastas.
Madre desde niña, madre en la nostalgia,
madre presente en las grandes alegrías
y en las oscuras noches del dolor.
Madre solícita, agradecida a la vida,
avanzando lentamente sin prisa pero sin pausa.
Madre inmensa, atentos tus ojos al crecimiento
de las flores, los nietos, los niños.
Tus ojos poblados de recuerdos,
que parecían dormidos,
se asombran de todas las vidas que has vivido,
te parece mentira que seas la memoria
de tantos que han partido.
Y aquí estás, madre querida, por amor a la vida.
Hasta que tú puedas.
Yo agradecida, inmensamente agradecida.
Olga de Lucia Vicente.