viernes, 24 de abril de 2009

PREFIERO ESCUCHAR LA NOTA DEL ALELÍ


Quisiera tu paracaídas Altazor
para aterrizar con tus palabras de alabastro
tu florida fauna, tus delicados arco iris
y caer de pie en esta selva de palabras,
impregnada con la vehemencia de tu sangre.
Ver más allá de los jeroglíficos
que describen las golondrinas en el aire.
Bajar la persiana de mis ojos
y que sus olas no destruyan la quietud de los nenúfares.
Que la marería no castigue la geoTamaño de fuentegrafía de las costas
ni se lleve el torbellino las almas inocentes,
ni arrecien huracanes desterrando transeúntes,
ni aludes ensombrezcan la mirada de los hombres.
Que nadie grite el hambre, ni rasgue con sus uñas
el dolor de la izquierda, latiendo en la mañana.
Ni atronen los obúes, ni salten pedazos de humanos
cercenados por intereses expúreos.
Que se apague el estruendoso ruido de la pólvora,
que me dejen escuchar la nota del alelí

Olga de Lucia

domingo, 19 de abril de 2009

Cuadro: Visitas al corazón. Oleo. Olga de Lucia

SESENTA Y DOS CUMPLEAÑOS

Debo reconocer cierto desconcierto.

No sé si por llegar al mundo en el estío

y festejar aniversario en pleno invierno.

Tal vez desconcertada

porque aunque yo, no lo crea del todo

hoy han pasado delante de mis ojos

sesenta y dos años.

Iban ufanos, como vanagloriándose de haber vivido

atados a la maroma azul de lo humano.

Y así desfilaron ante mí,

la que fui, la que soy, la que quisiera ser.


Fue un placer viajar por los jardines de la infancia

poblada de bellas y espinosas rosas.

Recuerdos de aquellos años de chiquilla enamorada

abierta al universo.

Y era maravilloso impregnar con nuestros flujos

la caliente arena del mar,

encender las alcobas con aroma de sexo,

apurando la noche de café en café.

Me ví, creciendo y multiplicando

frutos de amor, útil a la especie.

Noches de amor y poesía, de poesía y amor.

Volamos de una costa a otra del Atlántico

y aquí me tenéis en mi segunda patria.

La poesía siempre a nuestro lado.

El corcel se detuvo para saludar a la muerte

que se llevó con su garfio la vida de Pablo.

Fueron días de lucha, como ejército fiero


resistimos el embate.

Si no hablo en mi nombre

es porque sin ellos no hubiera podido

detener a la parca.

Capitán, por su mano firme para orientar el barco

por su apego a la vida, su palabra justa,

su manera de amar, me rindo, otra vez me rindo.

Pasaron los años, los hijos crecieron

se hicieron del mundo.

Pintura, escultura, cine, libros y amigos y camaradas

y camaradas y más amigos.

Todo ha cambiado en la envoltura que es mi cuerpo

y sin embargo, aquí entre las letras, goce infinito

soy capaz de hacerle un guiño al almanaque.

Si cierro los ojos, las pieles son tersas,

la caricia me eriza,

la voz me subyuga y me trae el recuerdo

de aquella ragazza que colgada de tu brazo

bajaba la cuesta saltando traviesa.

¿Quién podrá decirme que ésta, la de hoy,

no es la misma alegría?

Que esa soy yo, cayendo en mis brazos, para nacer

una vez más.


Olga de Lucia